viernes, 26 de julio de 2013

ARTÍCULO DE JUAN GERARDO ALVA SÁNCHEZ EN LA REVISTA LÍNEA DE MIRA Nº 5 JULIO 2013

Bodas de Oro
Juan G. Alva Sánchez
Coronel PNP ®

El aniversario de un hecho, suceso o acontecimiento importante, partiendo desde los nacimientos hasta la fecha de los decesos, inclusive; pasando por bautismos, matrimonios, ingresos / egresos a Centros de estudios superiores o de otra índole, graduaciones, títulos, etc., constituye, sin lugar a dudas, un motivo de celebración, no sólo para aquellos que lo cumplen sino  también para quienes se sienten ligados por afinidades, afectos u otros sentimientos que los vinculen.
Las Bodas de oro o cincuenta años de un determinado acontecimiento representan el  historial o trayectoria de una persona, grupo humano o institución, que a través del tiempo se ha ido fortaleciendo desde sus momentos más frágiles de su creación o de sus inicios, hasta los más fuertes y sólidos en su madurez, momento en que los afectos, la coincidencia de ideas y de pensamientos en torno a la persona o al agrupo alcanzan su máxima expresión, se amalgaman y se hacen uno; en donde la discrepancia y los puntos de vista diferentes existen, claro está, pero se manifiestan con sensatez, altura y respeto.
Las bodas de oro son en sí mismas un hecho especial; en esencia, el reconocimiento a la vida transitada en común, con un objetivo superior de la persona o del grupo, en armonía de quienes son parte y tienen la fortuna de alcanzar y compartir tal celebración; es la fecha que marca el fin de una etapa y el comienzo de otra, de una nueva vida en la cual la amistad y la solidaridad como lazo indestructible de los seres humanos se convierten en la característica principal del grupo, no hay lugar, no hay cabida para  otro tipo de sentimiento abierto o escondido.
Consolidar una amistad requiere cultivarla cuidadosamente: intercambiar afecto y simpatía, confianza y discreción, tener un interés genuino por el otro y que este se prolongue en el tiempo; éste debe ser el espíritu y el alma que sostenga el peso y la celebración de tan importante acontecimiento; sin protagonismos, sin celos y sin apasionamientos; con respeto y consideración a los demás.
¿Habremos alcanzado este nivel de desprendimiento y de renuncia a intereses personalísimos?  
Los vaivenes de los primeros cincuenta años, en adelante ya no serán los mismos; la experiencia enseña y de seguro, camino a las bodas de esmeralda, tal vez ya no se cometerán los mismos errores; quizás sean otros o tal vez no, mucho dependerá de lo que se haya asimilado en el tramo de ese devenir histórico de las bodas de oro. 
Los actos celebratorios si bien son parte del acontecimiento, no constituyen la esencia del mismo aunque es natural que de alguna manera así lo reflejen; por ello, la sobriedad, el cuidado y el nivel de su organización y preparación con la debida anticipación  de los aspectos centrales deberá ser coordinado y consensuado con todos los que son parte del evento, sin excepción.

(Artículo en Línea de Mira.-N° 5.- julio 2013)

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