jueves, 22 de septiembre de 2016

RECORDEMOS EL DISCURSO DE ORDEN, EN LA ASCOREFA, DEL HERMANO PRIOMOCIONAL JUAN GERARDO ALVA SÁNCHEZ CON OCASIÓN AL 68º ANIVERSARIO DE LA GLORIOSA POLICÍA DE INVESTIGACIONES DEL PERÚ

HOMENAJE A LA POLICÍA DE INVESTIGACIONES DEL PERÚ (PIP) EN SU SEXAGÉSIMO OCTAVO ANIVERSARIO INSTITUCIONAL (1948 -2016), OFRECIDO POR LA ASOCIACIÓN DE CAPITANES DE NAVÍO, CORONELES DE LAS FUERZAS ARMADAS Y POLICÍA NACIONAL  (ASCOREFA) - DISCURSO DE ORDEN A CARGO DEL CRNL PNP JUAN G. ALVA SÁNCHEZ. 

Fecha: 14 SETIEMBRE 2016 
Sr. Coronel EP Presidente de la Asociación de Capitanes de Navío, Coroneles de las FF AA y de la Policía Nacional (ASCOREFA)
Srs. Oficiales Generales representantes de los Señores Comandantes Generales de las FF AA y del Director General de la PNP.
Srs. Oficiales Superiores de las FF AA, de la PNP y personas civiles invitadas. 
Srs. Asociados
Distinguida concurrencia
Una vez más la Asociación de Capitanes de Navío y Coroneles de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional del Perú, se reúne para tributar justo homenaje a una de las instituciones importantes del Estado, en lo que a lucha y combate contra la delincuencia común y organizada se refiere, imprescindible para el desarrollo y la seguridad integral de la nación, en constante y necesaria interacción y coordinación con otras igualmente importantes entidades de nuestra patria, me refiero a la que en su momento fue la Policía de Investigaciones del Perú, reconocida tanto en el país como en el extranjero, por sus siglas institucionales: PIP, las que permitieron a lo largo del tiempo, identificar a sus miembros bajo tal denominación, muchos de los cuales conforman esta prestigiosa Asociación,

El marco de solemnidad que vuestra presencia otorga a tan significativa ceremonia, emociona a los detectives presentes, como también a los ausentes y,  a la vez que nos honra, compromete nuestro reconocimiento con cada uno de ustedes al igual que con las respetables instituciones de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, aquí representadas; con tal motivo, permítaseme expresar a usted señor Presidente y a su Consejo Directivo, mi agradecimiento por concederme el privilegio y el honor de dirigir en esta ocasión el Discurso de Orden ante tan distinguido auditorio y expresar al mismo tiempo a mis colegas institucionales los sentimientos de consideración y respeto por la confianza depositada en mí persona para tal propósito, gesto que agradezco y valoro.

El homenaje que hoy tributamos a la ex Policía de Investigaciones del Perú, no es sólo una importante remembranza a nuestra querida institución, representa a la vez, significativo y sentido tributo para aquellos entrañables detectives, compañeros de armas, que por esos inexplicables designios del destino cayeron abatidos en el cumplimiento de su deber; sacrificio y respeto a su memoria que la sociedad jamás debe olvidar.

Tal distinción y reconocimiento, lo es también para aquellos hombres y mujeres detectives que en un determinado momento de sus jóvenes vidas, sintiendo el llamado de su vocación, del compromiso con la verdad y con la justicia, del honor y de la lealtad para con la patria y la sociedad, decidieron dedicar y entregar sin limitaciones el don más preciado que todo ser humano tiene como derecho inalienable, su vida, a una causa justa orientada a combatir el crimen en sus más diversas modalidades, incorporándose a sus filas, sirviendo en sus diferentes reparticiones, sabiendo de los sinsabores, dificultades y riesgos que la carrera en sí misma conlleva y que, a la par de combatir el crimen, su decisión llevaba implícita la lucha contra la impunidad, circunstancia aquella por la que un delito o un delincuente no recibe la sanción o pena que merece, sea por desidia, falta de cuidado, irresponsabilidad o apatía del pesquisa; también debido a la corrupción política como a frágiles y vulnerables sistemas de administración de justicia o por esa suerte de incapacidad del Estado para proveer a la población de una justicia material que frene de manera eficaz y sancione conforme a ley, aquellas trasgresiones del orden social que tanto daño hacen a la comunidad; ausencia de castigo que por lo demás, niega el derecho de las víctimas a ser reparadas y reivindicadas por la ofensa pública sufrida.

Impunidad que, contrariamente, cuando se trata de militares y policías, en actividad y en retiro, se convierte paradójicamente en “diligente” y permanente actitud de acecho y de persecución, opuesta al sentido común y a la opinión generalizada, admitiendo y procesando denuncias sin mayor fundamento que se convierten luego en interminables juicios para aquellos hombres de uniforme, que enfrentando al delito más cruel, violento y sanguinario, el terrorismo, supieron derrotarlo y vencerlo dando todo de sí en defensa de la paz, del orden interno, de la democracia y del Estado de derecho; situación jurídica por la cual todos clamamos y luchamos pero que sin embargo, al amparo de ese mismo Estado, de la paz recuperada y restituida con sacrificio, sangre, dolor y lágrimas, hoy se les persigue de manera implacable, año tras año, tratando de encontrar una razón para el castigo, a pesar que el tiempo ha demostrado que tal razón no existe o no se justifica y que tan sólo quedan los estragos y consecuencias de un hecho doloroso para todos los peruanos; ello, al margen de la arbitrariedad que significa la discriminación y vulneración de los derechos remunerativos y pensionarios del personal en retiro y de la familia militar policial en su conjunto; despojo que nos afecta a todos por igual y ante el cual no podemos quedarnos callados o ser indiferentes.

Sea ésta pues, una oportunidad para recordar y refrescar algunos aspectos de nuestra historia institucional, asociada a nuestros mártires y a todos los detectives, muchos en situación de retiro y otros, quizás muy pocos, aún en  actividad, quienes alguna vez  conformamos aquel contingente de detectives egresados de las canteras de nuestra Escuela Nacional de Investigación Policial (ENIP), más adelante, Centro de Instrucción de la Policía de Investigaciones del Perú (CINPIP); forjadores de una identidad institucional plena de mística profesional, con principios y valores ético – morales, aprendiendo y generando conocimiento y doctrina en el difícil campo de la investigación criminal, reafirmando el sentido de nuestra vocación, de lealtad y honestidad con la profesión; de la solidaridad y la comprensión con el prójimo; entendiendo el significado de la verdadera camaradería, del espíritu de cuerpo, pero sobre todo de la disciplina, necesaria para mantener el orden y la subordinación en una organización que se estructura de manera vertical para el cumplimiento de sus fines; atributos y virtudes, entre otras, que hacen al hombre honorable y que siempre debemos cultivar, respetar, promover y cautelar como ejemplo para las nuevas generaciones de detectives. No es posible construir el futuro con miras a modernizar y potenciar la misión de la policía en su función específica de investigar los delitos si antes no conocemos de nuestras tradiciones, íconos y símbolos de nuestro pasado, glorioso por cierto, que hoy nos enorgullece y que no puede ser desconocido, menos ignorado por el imaginario social. 

La historia de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP), que hoy evocamos en razón a la  autonomía e independencia institucional alcanzada por el entonces Cuerpo de Investigación y Vigilancia (CIV), elevado a la categoría de Dirección y luego a nivel de Dirección General, merced a su desarrollo técnico y científico reconocido por el Estado, hace 68 años, un 15 setiembre 1948, es la historia de la Investigación Criminal propiamente dicha; historia de un quehacer cotidiano que corre paralelo con la génesis y evolución del delito, en lo que se refiere a la identificación de sus autores, circunstancias y motivos del hecho, con la consecuente aprehensión y captura de los responsables.

Este recuento de la razón de ser del hombre, de los pueblos, de la sociedad en su conjunto, es la historia natural del ser humano en la búsqueda y afán por conocer la verdad; esa verdad, que se escamotea, casi siempre es esquiva, la mayor de las veces gris, disfrazada, alterada o mutilada y en otras ocasiones oscura, cubierta tras el velo del misterio y de la ignorancia que hay que descorrer para que su luz aflore; verdad, que para los efectos de nuestra tarea y profesión, se inspira en la creencia de derechos predeterminados en la naturaleza humana, universales y superiores al hombre, por tanto eternos; se nutre de los usos y prácticas sociales que garantizan el orden y convivencia entre los seres humanos y, se guía por ese conjunto de normas ideales, justas y reguladoras  de la conducta humana, que son el contenido de los derechos naturales, consuetudinario y escrito, respectivamente, en la incesante búsqueda del orden, la paz social y la tranquilidad de  las personas, en aproximación constante hacia el valor supremo de la verdad y de la justicia, muchas veces sin llegar a su perfección o alcanzarlas por completo, no obstante las penas y sanciones en las que se apoya el derecho. Un detective o pesquisa que se impresiona por lo aparente, que cree y se deja llevar por el rumor, el chisme y la calumnia, se aleja de la verdad, traiciona su juramento y sencillamente se convierte en cómplice de la falsedad.

El historial de la Policía de Investigaciones, es en suma, la historia de todos y cada uno de nosotros miembros de la comunidad, cada cual desde el rol que desempeña, donde cada quien se convierte en el protagonista principal de sus propios actos: unos como autores del delito, otros como agraviados o víctimas, pocos como pesquisas o detectives investigando el hecho, los más como espectadores miembros de una sociedad que se siente vulnerada, convulsionada, preocupada y atemorizada por la falta de una respuesta eficaz del Estado, que nos haga predecir un final feliz en esta ola de violencia, de crimen y de descontrol social, dejándonos librados a nuestra suerte, en la incertidumbre de saber si habrá o no, un mañana libre de amenazas contra nuestras familias, nuestras vidas, integridad física, patrimonio y demás bienes jurídicos que el Estado tiene el deber de cautelar, proteger y garantizar; contexto bajo el cual le corresponde definir y delinear la Política Criminal a seguir, a la vez que diseñar los mecanismos de control y sanción necesarios para garantizar que tales conductas no se desarrollen y que, en todo caso, no queden impunes; uno de esos mecanismos es sin duda la investigación criminal con la misión de esclarecer los delitos.

Es en el marco de esta realidad que el detective adecúa sus conocimientos, destrezas y esfuerzos; en tal sentido, la actividad y funciones que cumple el policía de investigación criminal, responde a un proceso de construcción colectiva del estado peruano y que si bien es cierto resaltamos la fecha de su autonomía como día institucional, también es verdad que su eslabón embrionario se ubica en el surgimiento del Perú como República, con la implementación de normas, autoridades y funcionarios previstas en el Estatuto Provisorio del 08 octubre de 1821, que garantiza a todos los ciudadanos “igual derecho a conservar y defender su honor, su libertad, su seguridad, su propiedad y su existencia”, entre otras  garantías políticas. Es decir, desde aquel entonces, era previsible que bajo el pretexto del entusiasmo generado por la nueva república, los actos de bandolerismo, pillaje, saqueos y otras formas de atentados contra la propiedad privada y pública se acentuaran, incluyendo aquellos contra la vida y la integridad física de las personas; alguien tenía que hacerse cargo de ello.

La implementación de servicios capaces de cumplir con el mandato supremo, se fueron materializando en base a la creación de pequeñas estructuras dentro de la administración política del Estado en aquella época; oficinas, secciones, gabinetes, brigadas; estructuras organizativas cuya labor y competencias fueron creciendo e incorporándose de manera gradual al Cuerpo de Investigación y Vigilancia, creado para tal fin.

El desempeño de cada uno de los detectives en las diferentes áreas asignadas, gestaron y dieron lugar a elevar el nivel de aquellos organismos de estructura básica en los inicios de la república, a la jerarquía de estructuras orgánicas actuales, más complejas, de mayor alcance, competencia, responsabilidad y mayor autonomía, acordes con la dinámica social y el incremento de la delincuencia en sus más variadas modalidades, allí están las Direcciones de Seguridad del Estado, de Investigación Criminal, Contra el Terrorismo, Anti Drogas, Policía Fiscal, Criminalística, etc., cada cual desarrollando con eficiencia la misión encomendada; así, en el campo de investigación criminal, desarticulando bandas de criminales, esclareciendo homicidios, lesiones graves, abortos, robos simples o agravados, secuestros y rapto de menores, entre otros, identificando a sus autores para ser puestos a disposición de la  autoridad competente, restaurando el orden y la tranquilidad social; también en las misiones propias de seguridad del Estado, reafirmando la confianza ciudadana en la democracia, asegurando la estabilidad de los gobiernos y del Estado de derecho; en el área de identificación policial, cotejando huellas y participando en forma oportuna y eficaz en las diversas operaciones policiales además de colaborar con otros sectores del gobierno, especialmente con el sistema electoral; en el ámbito de las labores de inteligencia y contrainteligencia, cautelando de manera silenciosa la integridad nacional territorial en el ámbito interno como en el externo (contra espionaje); en la compleja realidad de la lucha contra el terrorismo y la subversión,  capturando y desbaratando células terroristas, para devolverle la paz y tranquilidad a una sociedad al borde del pánico y del terror generalizado; en las labores de asesoramiento y Estado Mayor, contribuyendo al diseño de estrategias y a la mejor toma de decisiones; así como en las demás áreas donde se ha demandado y requerido nuestra participación; es decir, entre una y otra etapa, hemos pasado de una situación de criminalidad relativamente bajo control a la inserción en una realidad social más compleja, más violenta  y por consiguiente más peligrosa en términos de criminalidad.

La investigación criminal ha sido, es y será una institución importante al servicio de la nación; fuimos herederos de la nobleza de una institución en su sagrada misión de servir a la patria y a la sociedad con una encomiable tradición investigativa del delito; hoy, nos corresponde ser legatarios de la misma a las nuevas generaciones, entregándoles una organización mucho más engrandecida, mejor capacitada, con encomiable mística institucional y enriquecido sentido del deber, de ello no cabe duda.

Cada investigación desarrollada, cada crimen descubierto, cada delito esclarecido, se convierte así en testimonio indeleble de un trabajo leal y profesional que corresponde a una determinada generación de hombres y mujeres, con objetivos y metas claramente definidos,  logros y resultados concretos, que naturalmente hay que superar. El progreso de las personas y de las instituciones, como decía José Ortega y Gasset, no consiste en ensombrecer o aniquilar hoy el ayer, si no al revés, conservar aquella esencia del ayer que tuvo la virtud de crear ese hoy mejor”.

Los años transcurridos no deben ni pueden pasar desapercibidos, no es tiempo perdido y menos aún intrascendente en la historia de las instituciones, con mayor razón si nuestro paso por sus filas constituye el transcurrir de la mejor época de nuestras vidas, de nuestra juventud, impetuosa en sus comienzos, hasta alcanzar su madurez, comprometida con nuestros sueños e ideales de una sociedad más justa, más equilibrada, en convivencia pacífica, con orden y seguridad, entregándonos indesmayables al cumplimiento del deber brindando lo mejor de nuestro intelecto, fuerza y trabajo, con las cualidades y virtudes  propias de cada pesquisa.

La ex Policía de Investigaciones del Perú cuyo aniversario de autonomía conmemoramos hoy, tiene ganado, en base a pundonor y sacrificio, un espacio significativo en la sociedad peruana que hoy la reclama y confía en su capacidad de lucha contra el delito.

En nuestra opinión, cabe resaltar, que una lucha y combate frontal contra el incremento delincuencial en nuestro país, sólo podrá ser eficiente y eficaz en la medida en que los hombres y mujeres encargados de tal misión, asuman su trabajo imbuidos de una real, absoluta y auténtica mística policial, no hay alternativa, las demás son medidas coyunturales y complementarias que esperamos contribuyan a mejores resultados.   

Sea propicia esta oportunidad para elevar a Dios nuestras plegarias en honor a la memoria de nuestros héroes y mártires detectives, caídos en el cumplimiento de su deber, pidiéndole al Supremo Hacedor los tenga siempre en su Gloria.

Finalmente, permítaseme expresar mis sinceras felicitaciones a todos los detectives del Perú, damas y varones, en nuestro día jubilar.    

¡VIVA LA POLICIA DE INVESTIGACIONES DEL PERÚ!
MUCHAS GRACIAS
Juan Gerardo Alva Sánchez

FELICITACIÓN:

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